Una buena causa de doble filo..

Natalia a los 17 años le habían detectado una enfermedad que la llevaría a la muerte en poco tiempo, debido ha eso le comento a la mamá que quería donar sus órganos y que de esa forma le agradecería a la vida permitirle vivir, poco tiempo, pero por lo menos se lo permitió.
A su mama le pareció muy bien la idea y le comento de un anuncio del periódico donde una niña llamada Ketirany requería de un transplante de órganos.
En pocos días Natalia logro contactarlo y se hicieron los exámenes necesarios donde afirmaba la donación de los mismos, la única condición fue que esperaran un poco hasta que llegara el día de su muerte, condición que los padres aceptaron.

Al pasar de los días Natalia pidió ver a la niña que luego de su muerte obtendría vida, y estaba allí tendida en una cama de un hospital, a su lado un vaso con agua y unas cuantas flores un poco secas, los ojos de la niña un poco empañados por el dolor y con una voz que poco se alcanzaba a escuchar; le dijo que si ella era quien le iba a salvar la vida, Natalia asintió con la cabeza ya que el nudo en su garganta no le permitió hablar, luego le plasmo un beso en sus pequeños cachetes de niña de seis años y se fue con aquel nudo en su garganta y el corazón arrugado pensando en lo feliz que ella había sido cuando tenia seis años y en lo infeliz que estaba esa niña con solo seis años…

Pasaron algunas semanas y el padre de Ketirany empezaba a írsele la paciencia ya que no lograba aguantar la pequeña mirada de su hija diciéndole que tenía mucho dolor, no aguantaba ver como su hija le pedía ayuda y el no podía hacer nada. Hecho que lo llevo a cometer una locura…

Una mañana Natalia se dirigía a comprar unas cosas al mercado y al doblar a la siguiente cuadra recibió un disparo que la llevo a la muerte.

La donación a la pequeña Ketirany había sido todo un éxito y en poco tiempo ya estaba muy bien, su mirada de dolor se había ido y ahora era una niña con muchas ganas de vivir, así fue creciendo y solía ir a la tumba de Natalia todos los años para agradecerle por el gesto inolvidable que había hecho por ella, su padre la acompañaba y con lagrimas en los ojos repetía en voz baja disculpa es que estaba desesperado. Gesto que fueron olvidando con el transcurrir de los años…

Ya habían pasado 11 años, Ketirany ya era una linda dama de 17 años con una mirada cautivadora y muy viva. Una mañana se recordó de aquella chica que un día apareció en su cuarto y le dio esperanzas de vivir. Recordó que tenia mucho tiempo sin ir a su tumba a llevarle flores y hoy era un buen día para hacerlo.

Cuando llego hasta la tumba de Natalia se encontraba la mama colocando flores en la tumba que quedaba al lado de la de Natalia, Ketirany la miro y le dio un abrazo muy fuerte mientras los ojos de la señora se llenaban de lagrimas, luego de Ketirany agradecerle por un largo momento le pregunto que de quien era la tumba de al lado y las lagrimas volvieron a salir, mientras la señora sujetaba sus manos fuertemente le contaba, que al igual que ella había un niño que requería de una medula y Natalia iba a donarla, pero justo el tiro que recibió daño su medula y fue imposible hacer la donación, los ojos de Ketirany no dejaban de salir lagrimas, su llanto se hizo mas fuerte cuando la mama de Natalia le contaba que se presumía que el que había disparado el arma era su padre..

Cuatro noches sin dormir solo pensando en que ese niño un día quería vivir, y que alguien apareció en su cuarto y le dio la esperanza, solo de pensar en los planes que debió haber estado haciendo el chico cuando estuviera bien al igual que ella, que solo despertaba con la idea de que pronto iba a estar muy bien, bien para correr en los bosques, bien para jugar con sus amigos. No podía dejar de pensar en los padres de los niños cuando se enterasen de que la medula estaba dañada. Con todos esos pensamientos su mente la llevo a idear la forma de cómo sentirse bien, de cómo perdonarse algo que no tuvo ella culpa, la forma de agradecerle al mundo y a la vez pedirle disculpa quizás por su papá.

24 de mayo, dos y cuarenta y seis, los órganos de Ketirany viven, pero en sitios distinto y en varios cuerpos. Andan en el bosque, ríen y son felices, tan felices como cuando estuvieron en su cuerpo.
De Natalia quedan fotos y recuerdos...